El estrés agudo puede interferir en muchos aspectos de tu rutina. En el trabajo o los estudios, el estrés puede dificultar la concentración, el cumplimiento de los plazos o la toma de decisiones. Puede notar que pierde la concentración o que las pequeñas tareas le resultan abrumadoras. El estrés también puede afectar a las relaciones, provocando irritabilidad, conflictos o alejamiento de los seres queridos.
Más allá del estado de ánimo y la concentración, el estrés suele manifestarse en el cuerpo, causando problemas de sueño, dolores de cabeza, problemas estomacales o fatiga. Cuando estos problemas se acumulan, pueden reducir el bienestar general y hacer que la vida cotidiana resulte abrumadora. Con las estrategias y el apoyo adecuados, es posible controlar el estrés agudo y reducir su influencia en la vida cotidiana.
El estrés agudo puede afectar tanto a la mente como al cuerpo, y reconocer los signos a tiempo puede ayudarle a tomar medidas para aliviarse:
La aceleración del corazón es una reacción física común al estrés agudo, que indica que el cuerpo está en modo de "lucha o huida".
El aumento de la preocupación o el nerviosismo puede dificultar el mantenimiento de la calma o la concentración.
Tener problemas para conciliar el sueño o permanecer dormido suele ir acompañado de altos niveles de estrés.
Sentirse frustrado o irascible con facilidad puede afectar a la forma de relacionarse con los demás.
Cuando usted está lidiando con el estrés agudo, la búsqueda de ayuda debe ser simple y conveniente. Nuestros servicios de telesalud permiten ponerse en contacto con el Dr. Caro rápidamente, sin el estrés añadido de los desplazamientos o las salas de espera. Desde la comodidad de su hogar, puede recibir apoyo profesional, orientación y tratamiento teniendo en cuenta sus necesidades. Esta opción accesible garantiza que la atención esté siempre a su alcance, ayudándole a dar los primeros pasos hacia el alivio y la recuperación cuando más lo necesita.
El estrés agudo episódico no es lo mismo que el trastorno por estrés agudo. En cambio, describe un patrón en el que una persona experimenta frecuentes episodios de estrés agudo. En otras palabras, los acontecimientos estresantes o las situaciones de alta presión siguen sucediendo y, cada vez, el cuerpo reacciona con la misma respuesta intensa de "lucha o huida". A diferencia del estrés agudo puntual, el estrés agudo episódico es continuo. Las personas con este patrón a menudo se sienten constantemente apuradas, preocupadas o abrumadas por los plazos y las responsabilidades. Identificar los factores desencadenantes y aprender estrategias de afrontamiento saludables son pasos importantes para sentirse más equilibrado y en control.
El estrés agudo dura entre tres días y un mes. Si los síntomas remiten en pocas semanas, el cuerpo y la mente pueden recuperar el equilibrio. Sin embargo, si continúan más allá de un mes, puede ser un signo de una afección a largo plazo que requiere atención y apoyo adicionales. La buena noticia es que sufrir estrés agudo no significa automáticamente que se vaya a desarrollar una enfermedad a largo plazo. El tratamiento profesional del estrés agudo, como la terapia, las estrategias de afrontamiento y la gestión del estrés, pueden ayudar a reducir los síntomas y promover la recuperación.
La principal diferencia entre estrés agudo y crónico es cuánto dura el estrés y cómo afecta al organismo. El estrés agudo es de corta duración y se produce en respuesta a un acontecimiento concreto, como un accidente de coche, una discusión o un plazo repentino. Suele desaparecer una vez superada la situación o al cabo de unos días o unas semanas. El estrés crónico es a largo plazo. Se acumula cuando se siguen produciendo situaciones estresantes, como problemas económicos continuos, entornos laborales de mucha presión o responsabilidades de cuidado a largo plazo. Como no desaparece rápidamente, el estrés crónico puede desgastar su salud física y mental con el tiempo, provocando problemas como fatiga, problemas de sueño, hipertensión o ansiedad.
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